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Apuntes sobre el discurso "feminista" de Flora Tristán. Roland Forgues. Andinica. Universidad de Pau. Francia.
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Dama de sociedad. Trinidad María Enríquez (1846-1891). Luis Miguel Glave. Instituto de Estudios Peruanos. Perú.
APUNTES SOBRE EL DISCURSO "FEMINISTA" DE FLORA TRISTAN
Roland Forgues
La mayoría de los biógrafos de Flora Tristán y estudiosos de su obra han subrayado con razón que la radicalización del discurso "feminista", social y político de la autora de Peregrinaciones de una paria se produce a partir de su viaje al Perú donde permanece de setiembre de 1833 a julio de 1834[1]
Aunque conviene recordar que la toma de conciencia de la condición femenina y obrera se inicia en ella más tempranamente como consecuencia de su precoz estado de huérfana de padre (1807), de su experiencia de obrera en el taller del pintor y litógrafo André Chazal (1820), de su matrimonio con ese mismo Chazal (1821) y de su separación en 1825 cuando está embarazada de su tercer hijo[2]; asimismo como consecuencia de sus primeros contactos con los socialistas utopistas, saint-simonianos y fourieristas, allá por los años 1830, y probablemente también con los círculos feministas de la época animados por Louise Dauriat o Egérie Casaubon.
La ambivalente experiencia de su viaje al Perú en que se frustran sus afanes de reconocimiento familiar y social en la aristocracia criolla arequipeña de la que desciende por el lado paterno[3] le permitirá, entre otras cosas, reflexionar a partir de una vivencia propia sobre los problemas de identidad de género, los fenómenos de discriminación, marginación y exclusión a la vez sexuales y sociales de la mujer que se dan en las sociedades modernas dominadas por los hombres, y reclamar sin tregua ni descanso la igualdad absoluta entre varón y hembra.
"Reclamo derechos para la mujer -dirá Flora Tristan en 1843 en la Unión obrera- porque estoy convencida de que todas las desgracias del mundo proceden de este olvido y desprecio que hasta ahora se ha hecho de los derechos naturales e imprescriptibles del ser mujer - Reclamo derechos para la mujer porque es el único medio para que se tome en consideración su educación y porque de la educación de la mujer depende la del hombre en general, y particularmente la del hombre del pueblo. - Reclamo derechos para la mujer porque es el único medio de conseguir su rehabilitación ante la Iglesia, ante la ley y ante la sociedad y porque es necesaria esta previa rehabilitación para que los propios obreros sean rehabilitados"[4]
No me parece mera casualidad que la primera publicación de Flora Tristán, a su inmediato regreso del Perú, sea Nécessité de faire un bon accueil aux femmes étrangères (1835) (Necesidad de acoger bien a las mujeres extranjeras) , un modesto pero provocador folleto que saca las conclusiones humanas, sociales y políticas de una dolorosa aventura que se verá relatada dos años más tarde en Peregrinaciones de una paria.[5]
Pero este modesto y provocador folleto contiene también en germen las grandes ideas sobre la emancipación de la mujer y del trabajador que se verán desarrolladas y sistematizadas en las obras siguientes, Mephis o el proletario , Paseos en Londres Unión obrera.[6]
En Necesidad de acoger bien a las mujeres extranjeras, el discurso de Flora Tristán trasciende la experiencia individual vivida en los mencionados lugares, principalmente el Perú, para abarcar una experiencia colectiva de género, teorizada a escala mundial a partir de Francia.
La misma Flora Tristán lo confirma al hacer extensiva a las otras naciones del mundo, incluidas por supuesto las naciones americanas, el caso de Francia para denunciar la deplorable condición de la mujer en general[7].
Se trata de un discurso que se desarrolla desde la triple perspectiva de una reivindicación "feminista" sobre el estatuto y el rol de la mujer en las sociedades modernas, una reivindicación social sobre la condición obrera, y una reivindicación política sobre la construcción de una nueva sociedad universal.
Desde las primeras líneas del documento la franco-peruana invierte la jerarquía de los valores de la sociedad patriarcal tradicional otorgándole a la mujer la misión de recomponer las sociedades divididas y violentadas por la explotación[8].
Naturalmente los cambios sociales serán analizados a lo largo de todo el trabajo desde el punto e vista de la mujer considerada ya no como objeto, sino como sujeto de la Historia.
Flora Tristán ve a la mujer, desde la perspectiva de género, como una categoría social de alguna manera homogénea, víctima de las "costumbres sociales" y, desde esta perspectiva, le atribuye el rol de agente principal del cambio económico y social[9].
Más allá de su carácter testimonial, el folleto participa del estudio sociológico y del ensayo político."Nuestro propósito, aquí, no es hacer una brillante utopía, describiendo al mundo como debería ser, sin indicar el camino que podrá llevarnos a realizar el hermoso sueño de un Edén universal”[10], dice Flora Tristán.
En una palabra, en pleno auge del socialismo utópico, lo que procura formular la escritora es "una utopía realizable", como la concebirá un siglo más tarde Mariátegui[11], partiendo de lo que ella misma llama "una parte de la humanidad y de sus desgracias", pero apelando fundamentalmente a la elevación de conciencia de mujeres y hombres: " A las mujeres que no conocen, por experiencia propia, la desgracia de esta posición; a los hombres que, a pesar de todos los esfuerzos que puedan hacer, no podrán comprender cuán duro es hallarse mujer sola, y extranjera; a todos ellos dirigimos nuestras palabras y nuestro llamado. Nuestras ideas nos son dictadas por la filantropía mejor sentida, nuestro propósito es sano; por ello, lo esperamos, Dios nos dará palabras que tendrán eco hasta el fondo de los los corazones sensibles, de todas las almas generosas"[12].
Ella misma nos da la clave de su búsqueda al escribir las siguientes palabras que pueden leerse ya como una especie de manifiesto político en el que se procura conciliar teoría y praxis, espíritu y materia, razón y utopía en el marco de una reflexión sobre la realidad concreta: "Pero basta de hablar de corazón; aquellos que son sensibles nos han entendido ya. En nuestro siglo positivo, hay que dirigirse también a la inteligencia: cuidado con ser confundida con esos metafísicos que sueñan más de lo razonable; tratemos de hacer que nuestras teorías no sean asimiladas a las utopías morales que se levantan por todas partes, y caen en seguida porque los autores han carecido de previsión y de un espíritu matemático"[13].
Por ello el discurso de Flora Tristan, directa o indirectamente condicionado por los valores de la cultura judeo-cristiana que es la suya, oscila siempre entre el radicalismo feminista, el filantropismo social y el elitismo intelectual.
Desde el punto de vista feminista, afirmar la "necesidad de acoger bien a la mujer sola y extranjera" constituye una primera ruptura con uno de los tabúes centrales de la sociedad patriarcal donde la mujer está vinculada al hombre, depende de él, y aparece al mismo tiempo como un cuerpo extraño, susceptible de ser rechazado. Una sociedad en la cual la mujer sola es socialmente "paria", moralmente pervertida o "prostituta". Pues conviene recordar que la categoría "extranjera" cobra bajo la pluma de Flora Tristán una amplia acepción que equivale a mujer "marginada" o "excluida" por estar "sola", es decir "libre" y fuera de la "norma social".
Aunque reconoce que existen varias categorías sociales de mujeres "solas y extranjeras", Flora Tristán tiende a encerrarlas todas en una misma categoría de género que de alguna manera vendría a sustituir la diferenciación puramente económica y social.
El filantropismo social parte de la tesis rousseauniana de que el hombre es bueno por naturaleza y es la sociedad la que lo pervierte[14], y de las ideas de las luces sobre el poder de la Virtud -término semánticamente asimilado por Flora Tristan al concepto de Amor- merced a la cual el hombre puede convertirse en el igual de Dios[15]. Y si puede ser así es tan simplemente porque en aquella época Flora Tristán considera el amor como "el aliento de Dios"[16].
El caso de las mujeres abandonadas que caen en la prostitución es probablemente para Flora Tristán uno de los más aleccionadores y patéticos: "Muchas de esas mujeres desgraciadas han traído a París un corazón herido, pero puro, virtuoso; costumbres sencillas, ideas justas y cualidades sólidas. Sólo pedían hacer el bien, hacerlo completamente; pero esta sociedad que las ha rechazado, que las ha mirado con desconfianza, esta misma sociedad, en vez de socorrerlas como a hermanas, ha abierto precipicios debajo de sus pasos, en vez de ayudarlas a cumplir con sus deberes con esa escrupulosa exactitud que habrían puesto en ello, les ha enseñado el sendero del vicio cubierto con los colores más brillantes, el sendero del vicio como el único camino que les estaba abierto. Se ha burlado, con diabólica sonrisa, de su repugnancia a seguirlo, y las ha puesto en la cruel alternativa, o de degradarse a sus propios ojos, o de perecer de miseria, calumniadas por los propios seductores que procuraban perderlas"[17].
En su implacable requisitoria, Flora Tristán insiste particularmente en el carácter demoníaco de la exclusión social de la mujer en un mundo donde van triunfando los valores negativos, o a-morales, del materialismo positivista[18].
Por ello confía en el poder de la inteligencia humana, en la instrucción que puede derivarse de los viajes, en la cultura y en la educación para retornar al estado de bondad original. Esta es la idea que está en base a la creación de una "sociedad para las mujeres extranjeras" y esto es lo que determina el contenido de los estatutos que propone, como primera piedra de una sociedad de solidaridad y de mutuo socorro.
Al mismo tiempo Flora Tristán inscribe su acción en el marco de un realismo social anclado en la exaltación y práctica diaria de valores éticos correspondientes a los valores tradicionales del judeo-cristianismo: "Lejos de nosotras la idea de soñar con una vida puramente metafísica; pero el hombre es un ser a la vez físico y moral, y nunca será feliz sino cuando actúe según las necesidades de su doble naturaleza", dice Flora Tristán antes de agregar: "Las ventajas que resultarán de la asociación que venimos ofreciendo se extenderán a todas las clases de la Sociedad. Las mujeres se harán más instruidas, menos frívolas, más grandes, más amantes; los hombres serán mejores, más fuertes aún, y más potentes a hacer el bien; pues la felicidad duplica las fuerzas morales destruidas por el sufrimiento, como la salud aumenta las fuerzas físicas"[19].
Observamos a lo largo del discurso de Flora Tristán una constante sobrevaloración del humanitarismo filantrópico, sostenida en un vocabulario religioso que pertenece al campo semántico del judeo-cristianismo. Y es en esta sobrevaloración donde se nota mejor el elitismo intelectual que condiciona buena parte de la expresión escrita y donde se develan las contradicciones internas de un pensamiento que percibe las manifestaciones externas de los fenómenos discriminatorios probablemente más de lo que entiende sus mecanismos internos.[20]
Recordemos al respecto cómo trata Flora Tristán a las tres categorías de mujeres que distingue en Necesidad de acoger bien a las mujeres extranjeras, a saber: las mujeres que emprenden viajes con el fin de instruirse y divertirse y que son las más ricas y distinguidas, las mujeres que viajan por razones de negocios personales, y las mujeres que viajan para huir de una desgracia y que son las más pobres e ingenuas. Si la segunda categoría deja de algún modo indiferente, o casi indiferente, a Flora Tristán, la primera en cambio -en la cual se incluye a sí misma- suscita en ella admiración y respeto, mientras que la tercera le merece tan sólo piedad y compasión.
El fenómeno se repite bajo formas más sutiles en Peregrinaciones de una paria. Cuando Flora Tristán describe el comportamiento de las peruanas, arequipeñas y limeña no puede esconder su profunda admiración por las mujeres fuertes e inteligentes de la aristocracia, como muestra el elogioso retrato de la mariscala Francisca de Gamarra, esa "criatura de élite" muy superior a su marido Presidente, y que ejerció "un poder absoluto en medio de una organización republicana" y en quien Flora Tristán celebra, al fin y al cabo, los valores tradicionales de la sociedad patriarcal[21].
No deja de ser curioso tampoco -y al mismo tiempo revelador de su condicionamiento socio-cultural-[22] que después de lo que ha visto, observado y sufrido en el Perú como la arrogancia de la oligarquía criolla, el maltrato a las mujeres y a los desheredados, Flora Tristán, a su regreso, lamente en Necesidad de acoger bien a las mujeres extranjeras el hecho de que vayan desapareciendo esas "costumbres patriarcales" del Nuevo Mundo que hicieran la admiración de los viajeros europeos y provocaran el deleite de los lectores del Viejo Mundo.
Esta actitud ambivalente plasma en los reiterados llamados a las virtudes de la filantropía que, en el fondo, no son más que la reformulación social a nivel colectivo, de los valores de amor y caridad de la religión cristiana que actúan a nivel individual; o más bien la reformulación de la proyección social de esos valores encarnada en el gastado y todavía vigente paternalismo de la sociedad feudal europea y de la sociedad colonial americana del cual Flora Tristan no puede sustraerse.
"Seamos filántropos y aliviemos a las mujeres, pues las mujeres son la poesía, son el arte en el género humano, y sin poesía, sin arte, no puede haber nada perfecto",[23] exclama significativamente la escritora.
Más allá de su carácter humanista y voluntarista este llamado a la filantropía encierra también implícitamente un fondo genéricamente discriminatorio, y en parte contradictorio con la visón del hombre "igual de Dios" a través de la práctica virtuosa y del amor a la que se refería anteriormente[24].
Si, efectivamente, "las mujeres son la poesía, son el arte en el género humano" y si "sin poesía, sin arte no puede haber nada perfecto", ¿qué significa esto concretamente sino que de los dos componentes que constituyen el género humano, sólo uno, la mujer, puede pretender a la perfección ? Y si el hombre, no puede acceder a la perfección, ¿cómo puede igualar la condición divina, cuando aquello que la define es precisamente la perfección?
En realidad, a pesar de que Flora Tristán ubica su combate bajo el doble signo de la emancipación sexual de la mujer y de la emancipación social de los desheredados, hombres y mujeres, su discurso "socio-feminista" prioriza lo sexual y tiende a desplazar tan sólo el problema de la discriminación de género, reproduciendo de alguna manera, aunque en forma invertida, los fundamentos "racistas" que han permitido su asentamiento. Lo confirmará con meridiana claridad el uso de una expresión como "raza mujer" (race femme)[25] que aparece varias veces enUnión obrera expresión que da por sentada la diferenciación entre varón y hembra en la cual se ha fundamentado la discriminación de la mujer en la sociedad patriarcal.
Vale la pena asimismo releer estas luminosas palabras de Peregrinaciones de una paria : "Dios ha dotado a la mujer de un corazón más amante, más abnegado que el del hombre; y si, como no cabe duda, honramos al Creador con el amor y la abnegación, la mujer tiene sobre el hombre una superioridad incontestable; pero es necesario que cultive su inteligencia y sobre todo que se haga dueña de sí misma para conservar esa superioridad"[26].
Y tras señalar el poder de seducción maléfico de las limeñas, Flora Tristán agrega: "Sin embargo las mujeres de Lima gobiernan a los hombres, porque les son muy superiores en inteligencia y en fuerza moral. La fase de civilización en la cual se encuentra este pueblo está aún muy alejada de aquella a la cual hemos llegado en Europa. No existe en el Perú ninguna institución para la educación de uno u otro sexo; la inteligencia no se desarrolla allí sino por sus fuerzas nativas: así la preeminencia de las mujeres de Lima sobre el otro sexo, por inferiores que sean desde el punto de vista moral estas mujeres a las europeas, debe atribuirse a la superioridad de inteligencia que Dios les ha concedido"[27].
El cuestionamiento de los valores de la sociedad patriarcal, la reivindicación de derechos iguales entre hombre y mujer, la lucha por la emancipación y libertad de la mujer, tanto en el campo privado, como familiar o público, en el campo sexual como social no pueden ocultar sin embargo que el discurso "feminista" de Flora Tristán, al contentarse con invertir la vieja dicotomía superioridad/inferioridad en que se fundamentaba el discurso machista, deja intactos los mecanismos discriminatorios de género.
Diré inclusive que varios episodios dePeregrinaciones de una paria y algunas cartas que Flora Tristán le dirige a su amiga Olympe Chodzko en las que se trasparenta cierta ambivalencia en el campo de los sentimientos, pueden interpretarse como una prueba de que la ruptura con la norma o el tabú -el del amor consciente o inconscientemente homosexual en el caso de las cartas[28]- no implica siempre el rescate de valores femeninos negados por la sociedad patriarcal, y traduce, a veces, tan simplemente el deseo de apropiarse y reorientar los valores que rigen dicha sociedad, más que de cuestionarlos y destruirlos.
CONCLUSION
En resumidas cuentas diré que lo más interesante del discurso "feminista" de Flora Tristán, es el hecho de que se enuncie desde la perspectiva de la mujer en el contexto globalizante de una doble filiación, peruana y francesa, y de una doble experiencia, americana y europea. Pertenece al primer gran momento de cuestionamiento del discurso histórico, social y sexual tradicional.
Y, como tal, a pesar de sus limitaciones, de sus ambigüedades y contradicciones explicables tanto por la situación propia de la escritora como por el contexto exterior de la época, contribuye también a sentar a su manera las bases de un nuevo acercamiento a la realidad humana, política, social y cultural que desde esa época constituye una de las preocupaciones centrales del viejo y del nuevo mundos.
"Lo importante, escribe con razón Stéphane Michaud, es que las mujeres que contribuyen a modelar para nosotros el rostro del socialismo romántico, las Georges Sand, Pauline Roland, Jeanne Deroin, Flora Tristán y tantas otras entre quienes sería arbitrario escoger, salen progresivamente del anonimato y de la representación lagunaria en la cual se las ha mantenido durante tan largo tiempo. Como ellas, pero con rasgos propios, Flora se zambulle profundamente en su tiempo, participando de su efervescencia, de sus incertidumbres, de sus esperanzas. Avida de relacionar, de federar, llevada por una llama cuyo principio la sobrepasa, ha vivido más de una vida durante los cuarenta y un años de su existencia".[29]
En este sentido y aunque los escritos de Flora Tristán hayan tardado más de medio siglo en divulgarse en el Perú y América Latina, no vacilaré en afirmar que, pionera en el campo de la reivindicación feminista, como subraya con propiedad Magda Portal[30] al hacer de la mujer un sujeto activo en el campo de los cambios sociales, la obra de Flora Tristán es también la que abre camino a una reinterpretación y revaloración del discurso histórico social en América Latina.
[1] Jules L. Puech escribe al respecto: " Aquel año de viaje y estadía en Perú había sido muy rico de enseñanzas. En aquella tierra lejana, había podido captar el contraste entre aquella vieja colonia española y Francia. Muy sensible al lujo, había sido a la vez seducida por el encanto de un medio aristocrático, pero desengañada por la futilidad, la beatería, la ignorancia de sus parientes cuya acogida, en definitiva, se traducía por una decepción: ya sabía que sólo podía contar consigo misma. Pero conocía ahora el ascendiente que ejercía sobre los seres que se le acercaban. Así más consciente de su fuerza, más segura de sus encantos, más conocedora de las pasiones humanas, iba a orientar su vida hacia la lucha social que animaban tal vez su ambición y seguramente su rebeldía sincera contra la injusticia del destino". La vie et l'oeuvre de Flora Tristán. Librairie Marcel Rivière et Cie, Paris 1925, p. 64. Véase también: Pierre Leprohon. Flora Tristán. Editions Corymbe, Antony (Paris), 1979, p.69-79.
[2] “Como un buen número de sus contemporáneos, Flora Tristán ha sido maltratada por la vida. Desde su juventud se ha visto trasladada de una extremidad a otra de la fortuna. De los fastos conocidos en su niñez en la Calle Vaugirard, cuando su padre don Mariano recibía en su hermosa propiedad al joven Bolívar, pasó sin transición a la mediocridad de la existencia provinciana en los alrededores de Paris. El matrimonio con el grabador Chazal la sacó de su condición de obrera. Pero, ¿para qué provecho?, cuando el marido de limitados recursos y además brutal deja rápidamente desengañada a una joven muchacha aventurada y romanticona.[...] Despojada de sus derechos, despojada de sus sueños, Flora no lo está tan sólo a la muerte de Mariano en 1808, cuando la administración francesa expulsa a la niña y su madre de una casa sobre la cual no pueden hacer valer ningún derecho puesto que el matrimonio de los esposos es jurídicamente nulo. La situación se reproduce en 1834, cuando su tío peruano, por fin, en carne propia la fatalidad de este fraude legal cuando Chazal se esfuerza por quitarle el cuidado de los niños" (Stéphane Michaud. "Marginalité et contradiction chez Flora Tristan". In: Flora Tristan. Nécessité de faire un bon accueil aux femmes étrangères. Edition présentée et commentée par Denys Cuche. Ed. l' Harmattan, Paris 1988, p.124 -125).
[3] Flora Tristán es hija natural de Mariano Tristán y Moscoso, coronel del ejército español, que pertenecía a la aristocracia arequipeña, quien se casó con la francesa Anne-Pierre Laisnay en Bilbao en 1802 tan simplement religiosamente, antes de instalarse en Paris en 1803, pocos meses antes del nacimiento de Flora. En 1807, el coronel muere en Paris y empieza para Flora una vida difícil con la que espera acabar viajando al Perú, pues, como escribe Denys Cuche "Se descubre apátrida, 'paria", marcada por el sello de la ilegitimitad desde su nacimiento, pues el matrimonio religioso más o menos secreto de los padres nunca fue regularizado civilmente. La salida para el Perú, la huida suprema, es al mismo tiempo para ella la última oportunidad de reconocimiento social y familiar. Allí espera encontrar una patria y un estatuto legítimo" ( "La femme étrangère ou l'altérité redoublée". In: Flora Tristan.Nécessité de faire un bon acceuil aux femmes étrangères. Edition présentée et commentée par Denys Cuche. editorial l' Harmattan, Paris 1988, p.19.
[4] Flora Tristán. Unión ouvrière. Edition des femmes, Paris 1986, p.204-205. Subrayado en el texto.
[5] Publicado en francés con el título de Les peregrinations dúne paria (Paris, 1837). “Durante mucho tiempo hemos viajado sola y extranjera, conocemos, por consiguiente, toda la desgracia de esa situación cruel. Nos hemos encontrado extranjera en París, en las ciudades de provincia, en los pueblos, en los balnearios. Hemos recorrido varias regiones de Inglaterra y su inmensa capital. Hemos visitado gran parte de América, y nuestras palabras no serán sino la resonancia de nuestra alma” (Flora Tristán. Nécessité de faire un bon acceuil aus femmes étrangeres. Edition présenté e commentée par Denys Cuche. Editorial l’Harmattan, París, 1988, p. 57)..
[6] También publicadas en francés con los títulos: Mephis ou le prolétaire (Paris, 1838), Promenades dans Londres ( Paris, 1840) y Union ouvrière (Paris, 1843)..
[7] Así concluye:"Pero corramos la cortina con esta imagen de desgracia, de egoísmo, incluso diremos de barbarie de las civilizaciones modernas. Es suficiente observar que hay pocas modificaciones que hacer al cuadro que acabamos de hacer de Francia para apropiarlo a las demás naciones", agregando acto seguido: "En cuanto a América, veremos cuando publiquemos la pequeña relación de nuestro viaje por esas tierras, que cuanto más avanzan en la civilización europea, tanto más pierden su antigua hospitalidad. Esta virtud parece desaparecer bajo la cultura como los árboles de las selvas seculares, y con pavor el viajero se preguntará algún día (un día que no está muy alejado si las cosas siguen andando con ese mismo paso) qué ha sido de las costumbres patriarcales, de esa hospitalidad de los naturales, de esa bondad del Nuevo Mundo que lo habían encantado al leer los relatos de los viajeros de los siglos pasados" (Ibid, p.67)..
[8] "Una clase entera, que representa la mitad del género humano, forma parte de esos seres desgraciados que nuestra civilización condena a vivir en el dolor; y los hombres que no han ahogado la voz de su corazón sienten que se debe mejorar la suerte de las mujeres, de esa parte de la humanidad que ha recibido por misión de traer la paz y el amor al seno de las sociedades" (Ibid, p.55-56)..
[9] "Se admite generalmente que la sociedad entera, y particularmente las mujeres, sienten la necesidad de mejorar la condición general, y de cambiar las costumbres sociales que ya no pueden convenir al desarrollo que el progreso le ha hecho alcanzar" (Ibid, p.56)..
[10] Ibid, p.56.
[11] Véase: Roland Forgues. Mariátegui, la utopía realizable. Editorial Amauta, Lima 1995.
Flora Tristán.Nécessité de faire un bon acceuil aux femmes étrangères, p.56.
[12] Flora Tristán.Nécessité de faire un bon acceuil aux femmes étrangères, p.56.
[13] Ibid, p.67.
[14] "... el hombre no es malo por naturaleza y no puede complacerse en el vicio, pero nuestra sociedad lo ha hecho malo; y lo empuja al vicio"(Ibid, p.79). En Unión obrera, Flora Tristán desarrollará la misma idea refiriéndose a la mujer del pueblo: "Las mujeres del pueblo suelen ser brutales, malas, a veces duras.- Es cierto; pero ¿ de dónde proviene este estado de cosas tan poco en conformidad con la naturaleza dulce, buena, sensible, generosa, de la mujer ? " . Op. Cit., p. 195.
[15] Por ello, nos atrevemos a decirlo, la realización de nuestro proyecto dará a conocer ( Ibid, p.82).
[16] "En 1833, el amor era para mí una religión, desde la edad de catorce años mi alma ardiente lo había deificado. Consideraba el amor como el aliento de Dios, su pensamiento vivificante, aquel que produce lo grande y lo bello" Flora Tristán. Les pérégrinations d'une paria. Editions François Maspéro, Paris 1980, p.33.
[17] Ibid, p.65. En Paseos en Londres, Flora Tristán retomará la misma idea escribiendo: "jamás he podido ver a una mujer pública sin ser conmovida por un sentimiento de compasión por nuestras sociedades, sin sentir el desprecio por su organización y odio por sus dominadores que extraños a todo pudor, a todo respeto por la humanidad, a todo amor por sus semejantes, reducen la criatura de Dios al último grado de abyección ¡La rebajan por debajo de lo brutal! La mujer pública es para mí un misterio impenetrable... Veo en la prostitución una locura horrenda, o es en tal forma sublime que mi ser humano no puede tener conciencia de ello".
[18] "Y esta sociedad bárbara, indigna, más orgullosa de su cobarde triunfo que Lucifer de su belleza, ha agotado luego todos los recursos de su genio infernal en cerrarles cualquier salida, con el fin de que sus víctimas nunca pudiesen salir del abismo en el cual las había echado, sin ningún pudor, ninguna piedad" (Ibid, p.65)..
[19] Ibid, p.82.
[20] Ello me parece además totalmente explicable si se considera la naturaleza autodidacta de la formación de Flora Tristán y el carácter incipiente de la reivindicación feminista.
[21] Les pérégrinations d'une paria, p.366-377.
[22] En el campo de este condicionamiento socio-cultural es interesante recordar, por ejemplo que en Unión obrera, tras haber denunciado la falta de educación de la mujer y señalado las consecuencias positivas que tendría la instrucción en los padres como la unión y felicidad en el hogar, el deseo de ganar más dinero para hacer regalos a los niños, Flora Tristán agrega que estos regalos podrían ser un "gorro" para las niñas y un "libro" para los niños. Op. Cit., p.208.
[23] Nécessité de faire un bon accueil aux femmes étrangères, p.71.
[24] Véase nota 14.
[25] Cf, por ejemplo, Op. Cit., p. 188 y p. 205.
[26] Flora Tristán. Les pérégrinations d'une paria. Editions François Maspéro, Paris 1980, p. 335.
[27] Ibid, p.335.
[28] He aquí, por ejemplo, lo que Flora Tristán le escribe a su amiga el 1ero de agosto de1839:
Sabe usted, mujer extraña, que su carta me da escalofríos de placer....
Dice usted que me ama - que la estoy magnetizando, que la pongo en éxtasis.
¿Quizás usted se esté burlando de mí?- Pero tenga cuidado- desde hace mucho tiempo deseo hacerme amar apasionadamente por una mujer.- ¡Oh! como quisisera ser un hombre a fin de ser amada por una mujer- Siento, querida Olympe, que he llegado al punto en que el amor de ningún hombre no puede serme suficiente - ¿tal vez el de una mujer?... La mujer tiene tanta potencia en el corazón, en la imaginación, tantos recursos en el espíritu- Pero me dirá usted, no pudiendo existir la atracción de los sentidos entre dos personas del mismo sexo, ese amor canto apasionado exaltado con que sueña no puede realizarse de mujer a mujer - Sí, y no- Hay una edad en que los sentidos se mudan de lugar, es decir que el cerebro lo abarca todo- ¡Pero todo lo que escribo le va a parecer locura!". Y Flora Tristán agrega: ""Ve usted, querida, que para mí el amor, digo el amor verdadero, no puede existir sino de alma a alma - y es muy fácil concebir el amor- dos mujeres pueden amarse con amor -dos hombres idem-". Flora Tristán. Lettres (réunies, présentée et annotées par Stéphane Michaud). Ed. du Seuil, Paris 1980, p.104-105.
[29] Op. Cit., p.138.
30] Magda Portal. Flora Tristán precursora. Empresa Editora Humboldt S. A. Lima, 1983 (1era edición, Chile 1944).
DAMA DE SOCIEDAD:
TRINIDAD MARIA ENRÍQUEZ, CUSCO 1846-1891
Luis Miguel Glave
El surgimiento de una personalidad femenina tan claramente definida en su defensa de espacios propios para las mujeres en la formación nacional, no fue casual. El siglo XIX republicano fue pródigo en plumas femeninas que escribieron colectivamente un discurso histórico, moral y político[1]. El Perú no fue una excepción[2].
Por otro lado, su vida debe ser enmarcada en el tiempo de su ciudad. El Cusco republicano, la región y la ciudad, tienen todavía una historia por ser escrita. Las evidencias que venimos recogiendo permiten hacer una periodización de la vida del personaje y su relación con otros tantos periodos de la historia de la ciudad. l primer periodo biográfico corresponde a la infancia, los años de formación, entre 1846 y 1860. Vive en la ciudad, aunque la madre tiene propiedades en el campo. Estudia en el Colegio de Educandas. Es un tiempo que coincide con un crecimiento de la ciudad. Gobernaba el Cusco el Prefecto Medina con general aprobación. Un acta firmada por los vecinos más notables (en frente amplio poco frecuente en una ciudad acostumbrada a las facciones y banderías político personales) a fines de 1848 pedía que el General Prefecto continuara en el fructífero gobierno que había tenido. Entre sus obras figuraron: la biblioteca pública, el museo de antigüedades y gabinete de historia, el panteón que reemplazaba a los "fétidos sepulcros de los templos", la Alameda hermoseada por varias portadas , el portal y la galería frente a la casa de gobierno, el río cubierto por una bóveda construída al propósito de evitar la contaminación, las calles niveladas y empedradas, la iglesia de la Compañía refaccionada, establecimiento del serenazgo y el alumbrado público, el encausamiento de la avenida de la calle "sucia"[3]. Por mucho menos hoy día un candidato podría lograr milagros electorales. La ciudad tenía entonces unos 20,000 habitantes y una población flotante que recordaba siempre el papel de centro simbólico que había tenido.
En octubre, "mes de baños" por el calor primaveral, las familias acudían a Sappi y Huancaro, mientras los jóvenes trepaban a Sacsahuaman y el Rodadero a enamorarse, pasar un día de campo y beber ponche en las "covachas" que para ello se distribuían en los altos de la ciudad. La Alameda y las mejoras en la ciudad llevaron a un cambio de los gustos urbanos. Las parejas se dirigían al nuevo espacio público, considerando el ascenso a la antigüa fortaleza Inca un "paseo plebeyo". Con "mucha circunspección y ceño", hablando de asuntos de estado y noticias europeas (entre las que no faltaban las ideas sociales nuevas del 1848 franés). Algunas noches una orquesta acompañaba el paseo del anochecer, pausado por un té caliente y el buen humor de los paseantes[4].
En ese espacio urbano ampliado, que recibía nuevos vientos, creció una niña precoz, Trinidad María Enríquez. Ella entró muy temprano en la juventud. Muy tierna fue convocada como maestra de otras niñas en el colegio de Educandas. Su presencia y brillo personal eran comentario de la ciudad y en las tertulias de las familias. El segundo momento de su vida, la juventud, transcurre entre 1860 y 1870. Es la época de las elecciones personales, que la llevaron a ser una más (sino la más) de esas brillantes mujeres ilustradas del Perú republicano. Ese momento coincide, como veremos, con un periodo de acumulaciones familiares, de consolidación de fortunas y empresas comerciales y agrícolas. La madre entró de lleno en ese proceso y lo representa cabalmente.
Entre 1870 y 1880 se registra lo que será su época de máximo brillo personal, su madurez vital. Acomete las empresas personales y culturales más ambiciosas que podamos imaginar, sin descanso. Ello ocurre en un momento de crisis en la región y en el país. La crisis que precedió a la debacle de la guerra. Frente al retraimiento, al fracaso de las promesas que se insinuaron dos décadas atrás, la biografía que se había incubado en ellas, no desmayaba en el rumbo que se había trazado. A fines de la década previa, las obras públicas (tan importantes dentro de la filosofía de gobierno de Balta) seguían ejecutándose, pero básicamente con presupuestos nacionales, las rentas locales eran pocas o inexistentes[5]. Ello preludiaría las penurias monetarias que se presentarían cotidianamente en la región en la era previa al estallido de la guerra. Cuando se demoraban las remeses de Lima, la ciudad no tenía actividad y sufrían los intercambios. Cuando llegaban los pagos desde la capital y los fondos de gobierno, lo hacían en billetes bancarios que no tenían aceptación en el comercio, cambiándose en las casas comerciales que ejercían de usureros con un castigo de 20% y hasta 40% sobre su valor nominal[6].
Sobre la crisis económica sobrevino una cruenta situación de tensión política. En 1878 las "montoneras" pierolistas pusieron en jaque a las autoridades. Al tomar el mando el prefecto Francisco Luna no pasaron muchas horas para que el coronel Salas, el jefe pierolista, tomara la casa de gobierno y no fuera repelido sino varias horas después. En 1877 se produjeron enfrentamientos y asesinatos en Calca (donde murió el subprefecto) y Quispicanchi (donde raptaron y asesinaron al representante de Chumbivilcas Javier Velasco). Todavía a fines de 1878 Salas y su gente atacaban a las uerzas del gobierno[7].
Finalmente llegaría la guerra del Pacífico y sus infernales secuelas. En ese contexto, veremos la denodada muestra de empeño y empuje personal de Trinidad en diversos campos de la cultura, el arte, la educación, la vida social y el espacio público y, lo que debió acarrearle mayores enfrentamientos, la política.
El último momento de la vida de Trinidad, que estuvo marcado por una enfermedad de la que no tenemos registro, fue el del agotamiento, entre el fin de la guerra y su muerte en 1891. No dejó de sorprender, al punto que fue entonces que publicó un periódico. Pero su presencia es más silenciosa. Debió presenciar la representación barroca que debió ser la incineración del Perú Ilustrado con "Magdala" y el apedreamiento de la casa de Clorinda Matto. Los conservadores de la "Unión Católica" tomaron el escenraio público y condenaron a los anticlericales y laicizantes, entre las que obviamente se encontraba Trinidad[8].
Este marco general que cruza la historia y la biografía resume algunas de las evidencias que figurarán en las páginas que siguen. No obstante, antes de familiarizarnos con la biografía, conviene anotar el estado de las evidencias que se encontraban hasta ahora a disposición. La información que circula sobre Trinidad es muy escasa, incluso sin tener en cuenta su importancia simbólica, adecuadamente señalada por Basadre: "mujer cusqueña, nacida el 5 de junio de 1848, fue famosa por su precocidad, por su aptitud para el estudio, y por sus esfuerzos para mejorar la condición de las personas de su sexo y de la clase proletaria"[9] . Lo interesante es que los más modernos estudios no dejan de llamar la atención sobre su vida, aunque sus datos sean pocos o algunas veces ligeros, una muestra -dadas la calidad y la destreza de estos investigadores y escritores- del peso simbólico de las figuras que se construyen y transmiten en la memoria por lo que llamaríamos un mecanismo de "oídas". Por ejemplo, Alberto Varillas dice de Trinidad María Enríquez (Cusco 1848-Lima 1891), "la primera mujer que cursó estudios universitarios en el Perú: en su ciudad natal fundó un colegio cuyo currículo estaba destinado a que sus alumnos pudieran cursar estudios superiores. Para incorporarse a la Universidad ella misma, requirió de aprobación por resolución suprema; al fin de sus estudios de Letras y Jurisprudencia, no llegó a graduarse puesto que el largo expediente que al efecto debió seguir no había llegado a concluirse cuando falleció"[10]. confiado en lo "conocido" del caso el autor no precisa la fuente de su información. Francesca Denegri por su parte dice de ella (1849-1891) que era profesora del Colegio de Educandas y que tramitó personalmente su ingreso a la universidad, obteniendo una resolución favorable en 1874, publicada en El Peruano. Fundó la Sociedad de Artesanos del Cusco en 1876, hizo campaña por el primer candidato "congresista" del Departamento y editó La voz del Cusco (1891), una publicación "radical" que circuló entre los artesanos de la localidad[11]. Pionera entre las nuevas investigadoras de la historia de la mujer, Maritza Villavicencio la menciona brevemente a través de una anécdota sin referencia, que no deja de llamar la atención sobre la fertilidad que una personalidad como la de Trinidad puede despertar[12]. De las referencias que se pueden obtener, se deducen algunos hitos muy sólidos de su vida: primera universitaria del Perú y tal vez de América, maestra precoz del género femenino, propulsora de nuevas ideas y preocupaciones sociales, al fin y sobre todo: inteligente y contrita precursora de la lucha por los derechos de la mujer, feminista sin regodeos.
Pocos han reparado en el parentesco que nuestra Trinidad tenía con Angela Enríquez de Vega. Esa otra "de las muchas intelectuales olvidadas" que Efraín Kristal rescatara para el cuerpo nuevo de la historia del pensamiento peruano. Según el perspicaz texto de Kristal, el trabajo que Angela publicó en 1875 en La Alborada, revista editada por Juana Manuela Gorriti, titulado "El indio", "es una exégesis más sistemática y cuidadosa de la cuestión indígena, que cualquier artículo escrito por Manuel Gonzalez Prada". Que no es decir poco. Resume una prédica lentamente acunada en la intelectualidad actuante por entonces: "se opone a la contribución de indígenas, demanda el progreso moral y material del indio...exige educación, acusa a los curas y autoridades que abusan de los indios, se opone al trabajo gratuito, reclama contra los secuestros, denuncia la conscripcion ilegal de indios al ejército, y se opone a la violencia contra los indios aunque éstos se rebelen"[13]. Angela era hermana de Trinidad y compartió con ella biografía, ambiente, problemas e ideas. ¿Cómo ocurrió este sorprendente florecimiento de poderosas personalidades intelectuales en una misma familia? ¿Porqué sabemos tan poco de ellas y lo que sabemos es tan impactante?
Genealogía y familia
Con mayor fuerza en Cusco, uno de los hitos vitales de Trinidad es su entronque sanguineo con las familias Reales incas. Lo que por cierto pasa desapercibido en sus referencias capitalinas. Curioso signo fue sin embargo que siendo éste un elemento tan presente en su vida, ella no lo haya hecho bandera de su discurso.
En el siglo XVIII, la familia Betancur llevó adelante un sonado juicio nada menos que contra José Gabriel Condorcanqui, Tupac Amaru II, por el derecho a la sucesión en el marquesado que alguna vez el Rey concedió al Inca Sayri Tupac. La descendencia legítima se debatió, año a año, documento a documento. De esa familia Betancur, proviene el tronco de los Castilla, familia materna de Trinidad.
El árbol genealógico es el siguiente[14]:
Buenaventura Ladrón de Guevara, natural de Chile, regidor perpetuo de Cusco casado con María Martina de Avendaño y Betancur, descendiente de Felipe Tupac Amaru y Juana Quispesisa[15].
Hijo
Mariano Ildefonso Ladrón de Guevara (n. 24.I.1772), casado con (23.I.1799)
Patricia Herrera y Castilla (hija de Ignacio Herrera [Quito] y María de Castilla -que nació en 1774)
Hija
Cecilia Ladrón de Guevara y Castilla, 1803, conviviente con Juan Pascual Laza[16], (ilegítimos)
Hijo: Manuel Laza (n. 1830), Jacobo Laza (n. 1835). Belén, viven en Matara. Fernanda... (n. 1839). San Jerónimo, Cecilia arrendataria de Pumamarca, en San Sebastián[17].
Conviviente (segundo compromiso) con Marcelino Enríquez
(ilegitimos)
Hija: María Angela Enríquez (n. 1842)
María Josefa Trinidad Enríquez (n. 5.VI.1846).
En un viejo y muy informado artículo sobre la vida de Trinidad, probablemente inspirado por Valcárcel y Cornejo Bouroncle, se dan algunas otras informaciones sobre la infancia de Trinidad[18]. Por entonces circulaba mal el año de nacimiento, equivocación que todos han seguido hasta la precisión hecha por H. Villanueva: se daba 1848 cuando había sido 1846[19]. El año 1848 fue simbólico para datar el nacimiento de quien inspirara instituciones dotadas de ideario social nuevo: fue el año de los sonados movimientos sociales de París, que informaron los primeros socialismos. No se dice nada del padre, pero de la madre que era "distinguida matrona, que por la ascendencia imperial poseía grandes títulos de nobleza". No hemos podido por cierto documentar la actividad de Marcelino Enríquez, ni mucho más de Laza que el dato de haber financiado la Caja cusqueña, por lo que suponemos tuvo cierta fortuna. Luego veremos que por las actividades de la madre, es posible que Marcelino estuviera, como muchos, dedicado al comercio de productos de la tierra. Los títulos de nobleza no eran tales por otro lado. El hijo del primer compromiso, Manuel Sixto, que fue activo en la campaña, fue quien reivindicó largamente su ascendencia inca, sin más éxito que dejarlo en el recuerdo.
El anónimo artículo de la revista de la universidad menciona a "uno de sus biógrafos" que señalaba que de niña jugaba ajedrez con los viejos contertulios de la madre y les propinaba -por su edad- sorprendentes mates. A los cinco años la niña fue llevada a Lima y llamaba la atención por la agudeza de sus respuestas. Es curioso que el seminario de investigación histórica de la universidad cusqueña difundiera que existieran "biógrafos" de Trinidad, cuando no los había. El "biógrafo" al que hacen alusión, no podía ser sino Elvira García y García, que en los mismos términos que los intelectuales cusqueños, había dado esa información cotidiana de la infancia de Trinidad[20]. Su información debió ser de primera mano, tomada de la tradición oral que se guardaba en Cusco, donde pasó una temporada dirigiendo el colegio de Educandas en 1916[21]
La formación escolar, junto con su precocidad y brillo intelectual, fue destacada. En Educandas, con la dirección de Antonina Pérez, a los once años daba geografía como profesora, lo que todos los comentarios posteriores sostienen y recuerdan.
La nota biográfica alude a una holgada situación económica de la familia. Propietarios de las haciendas Yanahuara y Media Luna, las casa de Coca y de Mesón de la Estrella, menciona también una casa de Matará que no registramos[22]. Mobiliario y vajilla, "comodidades inherentes a las familias de la aristocracia social de la época". Esto es parcialmente cierto, la economía familiar tuvo altibajos y si llegó a ser un patrimonio considerable, se debió a la contracción al asunto que tuvo la madre doña Cecilia. Dice que un "tío calaverón y manirroto, entre otras fantasías, tuvo la feliz ocurrencia de encargar a Europa una nutrida y espléndida biblioteca". Una biblioteca que existió y que no resulta extraña entre las familias de las aristocracias regionales. Recordemos que ya en 1848, Narciso Aréstegui había escrito una novela y se notaba el influjo de escritores europeos en boga.
La universitaria y la activista social
Un impulso importante pretendió darle la administración dictatorial de Mariano Ignacio Prado a la Universidad y el Colegio de Ciencias. Fue el Prefecto del Departamento Manuel Celestino Torres quien inició el traslado de la universidad al local del antiguo colegio jesuita de la plaza central, que entonces ocupaba un destacamento militar. Se iniciaba la Universidad laica y pública en Cusco, en un contexto de renovación intelectual en la ciudad, inspirados en el romanticismo de las ideas liberales, el positivismo y la ciencia. Los cusqueños se preguntaban por el motivo de un evidente estancamiento regional y miraban alternativas para ellos y el país. El rector era el doctor José Enrique Gamboa, poco afecto a los cambios. Era la época en que destacaba como profesor de filosofía Teodocio Rozas[23]. El director del Colegio de Ciencias, que había sido elevado a la categoría de plantel de instrucción secundaria de acuerdo a decreto de abril de 1866, era nada menos que Narciso Aréstegui, abogado y militar, autor de una novela histórica regional y profesor de la Universidad. Convocado por un militar rebelde, Aréstegui vino a convertirse en Prefecto con un movimiento revolucionario de efímero éxito. A inicios de 1867, el banderío político no dejó de presentarse hasta el triunfo revolucionario de Arequipa y Diez Canseco al que se plegó el Departamento; todo lo cual terminó por suspender el traslado y evolución de la Universidad[24]. Fue en 1873 cuando Gamboa dejó el rectorado luego de un movimiento renovador. La universidad estaba atada a la vida política de la ciudad y los vaivenes gubernamentales del país. Fue por entonces que Trinidad decidió estudiar en ella.
Un biógrafo cusqueño, que completa lo hecho por Horacio Villanueva y los miembros de la Sociedad de Artesanos, entre otros, el Sr. Benavente, nos añade alguna información, usando la documentación del Archivo Departamental[25]. Según estos papeles, Trinidad ingresa a la universidad en 1875, gracias a una resolución suprema que se emitió al efecto en octubre de ese año. Sus exámenes según todos, fueron comentadísimos. No podría haber remembranza de su vida sin comentario de los diarios desafíos que tuvo que pasar para revalidar sus estudios escolares. El lucimiento de la candidata, su diario cambio de atuendo, su elegancia, su elocuencia y presencia de ánimo, son hasta hoy recordadas como en una burbuja emocionante. Ella misma era el espacio público de esa ciudad. Los exámenes de Trinidad Enriquez son una escena insoslayable de cualquier historia de la ciudad del Cusco decimonónica.
En 1878 Trinidad se graduó de Bachiller y fue cuando desde Lima las damas le mandaron una medalla y felicitación. El premio llegado de Lima le fue concedido el 2 de junio en "sesión especial con asistencia del pleno del claustro antoniano, autoridades y representantes de instituciones culturales y literarias". Finalmente, fue en época de Cáceres que se dio una ley que le permitió graduarse[26].
En 1877, los exámenes de Trinidad fueron ampliamente comentados en la prensa regional. El Rodadero los califica de "muy lucidos". Se extiende:
"Bien merece un aplauso la constancia con que esta señorita lucha contra todos los obstáculos que le oponen las preocupaciones, para hacer ver que no hay razón para privar a la mujer de los conocimientos profesionales, condenándola a la más odiosa de todas las esclavitudes -la esclavitud de la ignorancia"[27].
Fue Manuela F. Gómez en Lima quien encabezó el grupo de damas que confirió una medalla a Trinidad María Enríquez por su graduación, en homenaje a su talento y carácter. Firmada la carta en Lima, 2 de mayo de 1878: "Enterada por los diarios de esta capital del brillante éxito de sus exámenes para optar el grado de Bachiller en la facultad de Jurisprudencia, surgió en mi la idea de que el bello sexo de Lima premiara de algún digno modo tan resplandeciente actuación de su talento y estudiosidad...."[28].
Otro periódico, vinculado sin duda a la Sociedad de Artesanos que Trinidad apoyó en su fundación, llamado El Popular, declarado "órgano de la clase obrera", se ocupó de la actuación universitaria de Trinidad. Glosaron un artículo de El obrero de Lima: "Una de las inteligentes profesoras de esta capital ha tenido la feliz idea de iniciar una suscripción con cuyo producto se obsequiará una medalla a la señorita Trinidad Enríquez, primera jurista del Perú". Sólo las señoritas de Lima podrían tomar parte de la convocatroria, pues la medalla "significará la admiración del bello sexo de Lima" por el talento y la constancia que distinguían a Trinidad, "notable escritora del Cusco"[29].
La respuesta de Trinidad está publicada en El Semanario del Pacífico[30]. Lleva título "Al bello sexo de Lima" y está firmada en Cusco el 14 de setiembre de 1878. La prosa está cargada de metáforas, de imágenes decorativas, pero tiene un mensaje muy claro. La mujer requiere de ser educada en las virtudes cívicas "que en la actual crisis que atravesamos importaría nada menos que la salvación de la Patria, la felicidad de los pueblos, el porvenir de la República". Esta justa aspiración está lejos de ser alcanzada. Corresponde al siglo "ilustrado" la "regeneración de la humanidad, por medio de la mujer". La mujer, la madre, había sido sujeta a la esclavitud y al "yugo de la constante tutela". La mujer, junto con la modernidad, lucha por sus derechos, como en aquella nación modelo, los Estados Unidos.
Luego de su proclamación por la educación y los derechos de la mujer, pasa a una declaración autobiográfica, que vincula con sus propuestas ideológicas. Transcribimos ampliamente uno de los pocos textos ejemplificadores del pensamiento de Trinidad:
"La manera como vine al mundo, mi prematura horfandad y las consiguientes dificultades para procurarme una educación siquiera mediana, concurrieron a que viera de cerca la triste condición de la mujer, cuyo destino en nuestra sociedad no corresponde ni a la mitad del que asume el altanero y erguido hombre, constituído en árbitro de cuanto le rodea por su cultivada inteligencia y su fuerza...¡El eterno pupilaje que pesa sobre la mujer, me pareció una desigualdad indigna, pero sancionada por los hábitos y la ley! Desde los primeros albores de mi razón concebí pues la idea de ser la primera en mi patria que se abriera paso en la noble carrera del foro, contribuyendo así a que dejara de ser utopía el brillante porvenir que alcanzaría con su completa emancipación la Mujer!
Primer elemento de su prédica, la liberación de la mujer y su vida consagrada al ejemplo de esa meta posible. El segundo, hermanado por su biografía y su percepción al primero, era la justicia en los derechos del pueblo:
"Mis condiciones de niña pobre y sola me permitieron también estudiar las desgracias de la gente humilde, que con énfasis se apellida ¡Pueblo! Sus vicios casi siempre emanan del despecho de su infortunio; su falta de virtudes cívicas de que no comprendan lo que es Patria. Su conato a las revueltas, jamás se excita por el bien, que con el sacrificio de su vida pueden alcanzarlo en pro de la Nación. Las causas de su odio a las otras clases sociales y la mayor parte de sus degradantes vicios provienen en síntesis, de la ignorancia, del fanatismo y del pauperismo; porque el proletario encorvado en su banco, trabaja día y noche para nunca satisfacer las premiosas necesidades de su misera familia; he aquí el estímulo para aquel frenesí con que estalla su rabia, tomando formas de fanatismo político. Pero esta misma situación habla muy alto en favor de nuestro pueblo, que aun no apela al único, al terrible expediente del comunismo. Estas consideraciones me persuadieron, de la gran necesidad de ilustrarlo, porque sólo beneficiándose a si propio podría tornarse en la poderosa columna del estado".
Así, había que educar a la mujer y al pueblo, para "nivelar su condición" pues "ninguna de ambas entidades se hallan todavía en el pleno ejercicio de sus derechos, debido tan solo al egoísmo de una fracción de la sociedad". Su propuesta era una apuesta personal:
"arrancar parte del predominio del varón para compartirlo con la mujer, más adecuada para servir los intereses de la humanidad, por la dulzura de su carácter, por su exquisita sensibilidad, por la perspicacia de su imaginación y sutileza para las intrincadas investigaciones de la jurisprudencia; y elevar al pueblo por la instrucción, fue la consigna que me propuse desde niña y que con valor desesperado he perseguido a través de mi excepcional situación, desfalleciendo muchas veces, con las innumerables contradicciones de la maligna emulación; injustamente deprimida, temerariamente calumniada, absolutamente privada de todo apoyo moral y material, algo más, escasa de fortuna. ¡Vivir sin el pan seguro y trabajar en el silencio de la modestia, no sabeis, señoras, lo que significa!".
Doble discurso intencional el de Trinidad: cuando todas las evidencias nos muestran lo contrario, ella se presenta pobre, huérfana, desvalida, sin apoyo, para reafirmar en su biografía sus metas y la posibilidad de lograrlas. No desdice su estrategia discursiva su actuación. Las contradicciones, oposiciones, dificultades, fueron evidentes. Pero si alguien podía emprender esa ejemplificadora lucha, esa fue Trinidad Enríquez, y a eso se entregó, desfalleciendo pero brillando.
Termina agradeciendo la medalla que le otorgan y ofreciendo contracción asidua a sus ideales, para ser la "primera jurista del Perú". Anuncia haber presentado su expediente al Consejo Superior de Instrucción para que se autorice a conferirle el grado de bachiller, lo que tomará un largo camino.
La Sociedad de Artesanos
Luego de fundada la Sociedad de Artesanos del Cusco, catapulta al congreso a uno de sus fundadores, Francisco González, en 1876[31]. La fundación de la Sociedad tiene un romántico signo. Era el año de 1870, los cambios se sentían en la vida urbana, pero sobre todo se presentía su necesidad. La aristocracia regional, que dio a luz un intelecto y una personalidad como Trinidad, no estuvo ajena a la preocupación social. Un hombre dedicado a la carpintería, Francisco González, amigo de Trinidad, organizó a los artesanos, al "pueblo" el "elemento obrero", unos cincuenta artesanos, primordialmente carpinteros; apoyado legendariamente por la personalidad de Trinidad. González no era un obrero pobre. Su familia era parte de la aristocracia regional y vivía en un palacio inca. No era Inca Roca, pero la famosa piedra de los doce ángulos y los mitrados cusqueños del presente siglo simbolizan y ocupan el palacio inca que fuera la gran casa de González. Entre él y Trinidad, empujaron la formación de esta asociación "obrera" y, luego, llevaron al congreso a Francisco[32]. Poco duró su vida política pues empezada la guerra. Francisco integró el batallón que desde el Cusco y con el apoyo y compañía heróica de una Trinidad mala de salud, fueron al combate, lo que a la postre le permitió obtener el céntrico y simbólico local de la Plaza de Armas, el calificativo de Benemérita y el discurso patriótico que siempre ha acompañado a la institución de artesanos.
La pluma de Trinidad, tan parca para con nuestro interés por su mensaje, dejó un texto muy elocuente sin duda dedicado a Francisco Gozález, que Edmundo de los Ríos ha glosado como "carta a un diputado":
"Ahora ya no eres tú. Eres una forma del Pueblo. Tú, obrero, ahora eres diputado. Por eso mismo sólo puedes ser voz de obrero. No permitas por tanto, que nada ni nadie manche tu conciencia. Como nada te convencerá, tampoco nada te disminuirá ante los poderosos que ultrajan al pueblo.
Tú que sabes servir no dejes que te sirvan para que no empañen ni corrompan el mandato que te hemos dado, diputado.
Como has sufrido y no hubo mucho pan en tu mesa, sabrás con la razón de tu sangre ser paloma y puma con quien se lo merezca.
Recuerda que representas a todos los obreros y artesanos pero también no dejes de pensar que eres una mínima porción de la masa enorme del pueblo"[33].
La “Moneda vieja”
El local de la vieja Casa de la Moneda se construyó en 1699. Poco duró su vida útil para el efecto que fue costosamente edificado, cesó la acuñación en 1736, lo que permitió su venta y en 1744 lo adquiere La Merced, queriendo poner un colegio. En 1767 la gran casa es comprada por Antonio de la Cámara que le construye portales hacia Regocijo o Cabildo y hacia lo que hoy es Espinar. "Allí se produjo una gran concentración de viviendas y tiendas de diverso tipo". Regresa a posesión de La Merced hasta que Bolívar la adjudica, alguien dice que a los colegios, pero fue a la Beneficencia. "Es sin duda éste el ejemplo mayor de casa colectiva que existió en el Cusco aún cuando sus funciones no fueran tales originalmente"[34]. Un centro comercial y parte central del nuevo espacio público que se creaba en la ciudad, lugar de bohemia, de distracción, de comercio, de intercambio de bienes, servicios, ideas y comportamientos. Todo eso se tejió inesperadamente en ese gran edificio del centro de la ciudad.
El Coronel D. Francisco Vargas escribió el 15 de diciembre de 1870 que en la casa conocida como la Moneda Vieja, "que corre a mi cargo y bajo mi responsabilidad", el Alcalde permitió la formación de un teatro gratis, para con el procedido se pusiera una pila en la plaza y con condición de que se refaccionase la casa y se le entregase así. Pero no había ni pila ni ninguna obra pública y además la casa estaba destruída. Pide que se pague a razón de 25 ps. por cada función y se deposite el dinero en uno de los "comerciantes de la ciudad" para fabricar la pila y además se arregle el local como se le ofreció y se le entregue así[35]. Ya entonces, la gran casa era centro público y era regentada por un licitador.
Respecto a las escuelas de niñas, en ese entonces se registraban cuatro en el Cercado: la llamada de la Matriz [Parroquia] que estab a cargo de Josefa Vizcarra, la del Hospital, a cargo de Juana de Alava y dos más en Belén y la casa Silva, donde eran preceptoras M. Carlota Alzamora y Juana Araníbar.
Las preceptoras tenían derecho a 4 soles anuales para pagar a un sirviente y gastos de tinta. Protestaron por que no se les pagaba, sólo con mucho atraso y no era justo que ellas tuvieran que gastar de lo poco que cobraban por su puesto. El sirviente tenía que hacer la limpieza semanal, pero además, su principal labor era traer diariamente el agua que consumían las educandas y que era escasa en la ciudad. Al año siguiente, concientes de los problemas de abasto del líquido elemento, en el ayuntamiento propugnaron un proyecto para canalizar una acequia de agua que pasaba por la plaza de San Francisco y servía antiguamente al Hospital de San Andrés. El agua corría subterranea y era usada por varios vecinos para terminar en una "fábrica de jora" llamada "la huiñapería", situada junto a la casa de la Biblioteca y Museo de la ciudad. El proyecto comprendia una canalización usando una tubería de plomo que llevara el agua a una poza enlozada y se dispensara en una pila pública. Todo costaría 180.40 soles.
La suciedad de la ciudad era algo proverbial. El signo más evidente del estancamiento regional republicano. La falta de agua se sentía cotidianamente, pero también la ausencia de servicios. El Rodadero declaraba que la pila de la Plaza del Regocijo, frente al Cuadro licitado por Trinidad, estaba bloqueada, seca y pestilente, "padece de mal de orina" escribía el cronista[36]. Cerca en la esquina de Arones, el cronista de El Faro coincidía: "puf...como si dijéramos las granizadas del siglo...puf...así hay que decir para pasar por el lugar indicado, y llevar el pañuelo a la nariz, so pena de asfixiarse"[37].
Estas notas locales son doblemente decidoras. Hablamos de una ciudad que había conocido sus primeros esfuerzos de ordenamiento y renovación urbanas hacia mediados de siglo, cuando el Prefecto Medina, durante el gobierno de Castilla, hizo construir la Alameda y la ciudad tuvo una cierta recuperación[38]. Todo sin embargo no fue en nada suficiente como podemos ver por estos testimonios. En 1854, como una maldición, una mortifera peste diezmó la ciudad, las condiciones de higiene no eran suficientes, incluso para una ciudad que había perdido casi la mitad de la población que tuvo en las épocas de su esplendor.
En agosto de 1872 El Ferrocarril daba cuenta de dramáticos sucesos nacionales, sus cronistas habían descrito la horrible escena urbana de la pila incendiaria con los cuerpos de los hermanos Gutiérrez. Hacía poco habían asesinado y enterrado entre vivas a Balta y el cusqueño Manuel Herencia Zevallos había tomado el mando y por unos días fue presidente. Mientras eso ocurría en Lima, Trinidad entraba en el terreno público de Cusco de nuevas maneras. En la sección "Crónica de la ciudad" del mismo periódico, una nota decía:
Teatro. "Plausible y recomendabilísima es la invitación que insertamos en seguida, porque ella tiene la doble recomendación de estar suscrita por una de las más dignas e ilustradas cusqueñas, y por que propende también a la ilustración beneficiando a la parte más desvalida de la humanidad. Esperamos que la sociedad y el señor Prefecto contribuirán aficazmente a la realización de tan laudable objeto.
"Invitación. "Con motivo de solemnizar la proclamación a la primera Magistratura de la República del ciudadano Manuel Pardo, se trata de dar algunas fiestas públicas para divertir al pueblo: empero, se nos ocurre hacer una pregunta -¿El pobre se divierte?- Seguramente que no; por que le falta el pan para sí y para su familia; en medio de las fatigas de un rudo trabajo; de las contingencias de una precaria subsistencia, o acaso de la imposibilidad absoluta; las diversiones no serán sino un sarcasmo a su situación -Entre tanto- ¿Qué hará la otra parte de la sociedad que goza de los favores de la fortuna?- No queremos dar la respuesta por que nos dirigimos a una sociedad cuyos sentimientos, todavía puros, respiran filantropía; y únicamente haremos la siguiente propuesta, que acogida con entusiasmo, no lo dudamos, corroborará la alta idea que ella nos merece. La que suscribe contando con el noble desinterés y el acendrado patriotismo de la juventud, propone se den representaciones dramáticas a beneficio de los pobres; ofreciendo por su parte el local de la "Moneda Vieja" sin ninguna retribución, (arrostrando las exigencias de la Dirección de Beneficencia, que aun no se ha dignado hacerme la entrega del fundo, poniendo minuciosos reparos; los que serán saldados por mi parte en consideración a lo grandioso del objeto) y cuanto esté a mis pequeños alcances. Por lo que respecta a los fondos, si el señor Prefecto no tiene a bien ordenar, de la Caja Fiscal la cantidad de mil soles que es necesaria para emprender los primeros gastos, los que le serán garantizados por una Comisión de personas abonadas para su rembolso: contamos con la generosa cooperación de personas respetables, por más de un concepto, para sufragar en este sentido y dar cima a un proyecto que no tiene otro fin, que proporcionar un pequeño alivio a familias necesitadas, pareciéndonos por tanto demás todo encomio. Trinidad M. Enríquez".
Más adelante el periódico informa sobre los preparativos para los festejos por parte de la autoridad departamental: algunas noches de baile, otras de teatro y tres días de corridas de toros ["esta última parte no es la mejor, por que nadie puede negar que a más de ser una distracción bárbara e inmoral, recién principiabamos a convalescer de las dolencias trascendentales en que nos había sumergido las pasadas corridas"] Esperan que el prefecto Sr. Luna "ilustrado y circunspecto", no de paso a "distracciones de naturaleza tan repugnante" (no firma nadie los sueltos, son los editores)[39]
No sabemos si años antes, cuando el Coronel vargas protestó por el uso de su local para obras teatrales que no redundaronen en el efecto ofrecido, Trinidad haya estado detrás de la gestión, pero ya en 1872 había empezado una de sus actuaciones públicas más notables, su apoyo a los artistas y al teatro. Pero además, se interesaba en adquirir la administración de ese espacio público que constituía la Moneda Vieja, para lo que no escatimaba esfuerzos legales y de propaganda, usando la prensa y su programa de difusión dramática. Todavía no pudo acceder a su meta, pero la obra teatral sí tuvo lugar.
El Ferrocarril del 4.IX.72 informaba que el prefecto dio el local de San Bernardo a la "Sociedad Filantrópica" para construir un teatro provisional, que contaba para su fábrica con un préstamo de la Srta. Trinidad María Enríquez y otros. La primera obra iba a ser "D. Juan de Austria" del dramaturgo español M.J. Larra. El 24 de setiembre se puso la obra, que duró hasta las tres y media de la mañana, ante el cansancio de los presentes pero también con la satisfacción que dio el despliegue de los actores. La siguiente obra que se representó fue "La venganza de un marido", drama en prosa escrito por el ya finado Narciso Aréstegui[40].
Como se ve, en su madurez, Trinidad Enríquez no sólo se dedicó al estudio y la promoción social sino que, para solventarlos, incursionó en actividades culturales y de servicios, potenciando sus recursos en una empresa de naturaleza muy diferente a la que había emprendido su madre. No temió entrar en el espacio público, más bien contribuyó a crearlo, ella misma era una personalidad cuya privacidad estaba limitada a su fuero interno, y a su soledad.
La escuela y la patria
Corría marzo de 1870 cuando J. Emilio Luna sacó de las prensas el primer número de uno de los periódicos más interesantes de la historia de la prensa regional. Se había preguntado por el nombre de la publicación. Terminó la guerra civil. La ideología ganadora era la del progreso, y se difundía como suena el silvido hondo de las locomotoras en la claridad del cielo serrano. Como clarín de la obra emprendida por Balta, el diario sería denominado El Ferrocarril (1870-1877). Difusor del comercio y la industria el de fierro, defensor de la información, la justicia, la moralidad y la educación el de tinta. Su director fue un intelectual poco conocido en la historiografía regional, J. Emilio Luna, quien desarrolló una importante campaña doctrinaria y regionalista. Luna era profesor de Derecho Civil en la Universidad y dirigía el Colegio de La Unión, que ocupó el local destinado a la Universidad en 1868[41]. En El Ferrocarril se publicaban notas de la localidad y de Lima, se debatía sobre el progreso, la educación, la política y el destino de los indios. Las notas literarias completaban el aire ilustrado e ilustrador de la publicación. En su prédica, de un indigenismo lejano y paternal, destacaba el postulado de la educación como herramienta de progreso[42].
El ideario de El ferrocarril era, como lo declaró en su primer número, el del progreso por la educación. Frente a los indios, además de las luces de la educación generalizada y moralizante, un paternalismo ingenuo se proclamaba a renglón seguido: "a los indígenas secularmente desgraciados se les trate ya por todos los mestizos igual que a sí mismos y como entre sí mismos, amándolos, protegiéndolos y educándolos".
En ese contexto, el 1º de junio de ese 1870 se inauguró un nuevo colegio de niñas a cargo de la Señorita M. Trinidad Enríquez, quien había sido profesora del Educandas. Elocuente y magnífico, el editor de El Ferrocarril pondera la actitud de la maestra, quien habría así accedido a pedidos numerosos de padres de familia: "principiando pues a beneficiar remarcablemente a la porción más compasible de su sexo, la tierna juventud, al Cusco entero en su parte más interesante, a la humanidad contribuyendo a su mayor perfeccionamiento". Los varones cusqueños contaban con cuatro colegios, mientras las mujeres -"considerándoselas a la par por lo menos de los varones"- sólo con el de Educandas. Ahora, con la "competencia, virtudes y laboriosidad" de Trinidad María Enríquez, se resarce ese deficit. A pesar de esa deficiencia de planteles, muchas mujeres se habían educado, por la solicitud de sus padres que incluso les contrataban profesores especiales en sus casas y por la largueza y esfuerzo con que había procedido Educandas con sus directoras y profesoras.
La opinión dominante sobre la educación de la mujer se manifestaba tersa en la pluma del articulista:
La suerte de las niñas interesa pues muy de cerca a todos, porque de la medida de su cultura depende el tamaño del bienestar de las familias y de la prosperidad de los pueblos. Quién duda que cuanto mayor sean su ilustración y su moralidad, tanto más felices serán las sociedades, cediendo a la dirección que están llamadas a imprimir las mujeres en las acciones de los hombres mediante la educación, que, prestándoles enriquecimiento de inteligencia y nobleza de corazón, las haga esposas útiles, buenas madres y gobernadoras prudentes de sus casas y familias."
Gobernadoras prudentes, una categoría superior a la de ángeles del hogar. Ambas, fundidas en discursos de diverso grado de erección burguesa republicana del papel social de la mujer. Por las mujeres a los hombres, por ellas a los hogares, por esa célula burguesa nueva, a la patria, el ajuar de la patria parafraseando a las escritoras argentinas[43]. Todo ello doblemente ponderable en el destino femenino, considerando que aquellas damas que no estuviesen llamadas al celibato (numeroso nicho femenino en el tejido social heredado de la colonia) -continua J. Emilio Luna preceptivo:
"...deben ennoblecer y suavizar la vida de los hombres y templar el rigor de sus desgracias con el interés más íntimo, con el amor más tierno, con sus desvelos y trabajos, que inspira solamente la educación. No deben solo dar hijos al estado y a la Patria, sino que deben impregnar en el tierno corazón y la infantil inteligencia de ellos, las primeras semillas de su ilustrado espíritu, que las más veces deciden de la suerte de la mayor parte de una generación. Como amas o gobernadoras de su casa y familia, deben llenar de consuelo y de descanso los días no siempre venturosos del esposo, asegurándole su honor y su sosiego con la buena marcha de su casa, que estando bien administrada, será la morada de la paz común, de la alegría y de la más pura felicidad[44]."
La mujer es gobernadora de lo privado, administradora eficiente, pródiga en abnegación, desvelos y trabajos pero también de amor, nobleza, sociego y suavidad. Para el hombre, por el hombre, y por él hacia el estado y la patria, territorios públicos de los que queda excenta, como sólido pilar de los futuros hijos de la patria, los patricios ilustrados[45].
Una joven y brillante educadora, conocida por su familia y por ella misma en su incesante relampaguear -parafraseando a Edmundo de los Ríos[46]- tenía en sus manos esa misión, con su nuevo colegio. Pero, ¿era esa mujer un ejemplo del destino femenino, al punto de ser su inspiradora? Trinidad no formó nunca un hogar, no le dio a ningún hombre sociego y desvelo, creó y llenó por propio deseo y capacidad espacios públicos de su región y de ese novísimo país.
La presencia de mujeres ilustradas en las capitales departamentales puede ser todavía una sorpresa. No cabe duda que Trinidad exhibe un legítimo protagonismo, pero otros indicios muestran que una cadena paciente y silenci(ada)osa se tejía en la sociedades regionales. Fue el caso que nos muestra un periódico ayacuchano, El Mensajero (Ayacucho 1863). Es interesante encontrar en sus páginas la propaganda de los exámenes que rindieron las alumnas del colegio que dirigía la Señorita Angela Azpur, sin el encomio que veremos se haría para el colegio de Trinidad[47].
El plan del colegio de Trinidad era especial. El Ferrocarril lo consideró "tan aventajado" que "casi nada dista del que se sigue en otros países más civilizados y liberales que el nuestro, países en los que es un hecho el goce y ejercicio de los derechos políticos por las mujeres". La idea de una Europa liberal era manifiesta, aunque los derechos femeninos estaban muy distantes de lo que el cronista podía dar a entender. Pero a renglón seguido, se descubre que tanto no era el campo que le competía a la mujer: el colegio "indudablemente hará del bello sexo del Cusco lo que a la sociedad conviene sea, aquello a que está llamado a ser por su naturaleza tierna y su carácter marcadamente dulce". El discurso encarnaba en la educadora, pero justamente, los conocimientos de Trinidad, adquiridos por su dedicación a la lectura, su fuerza y constancia, eran comentados y conocidos por todos.
El colegio tenía una sección elemental en la que se impartiría: lectura analítica, doctrina cristiana explicada, religión demostrada, nociones de lexicografía castellana, aritmética, urbanidad práctica, geografía e historia universal. Pero el centro de educandas de Trinidad se destacaba por su sección media, que dejaría a las niñas expeditas para estudios superiores. La media tenía como plan de estudios: religión e historia santa, moral cristiana, higiene popular y doméstica, aritmética razonada y sistema métrico decimal, gramática castellana y nociones de estilo, pedagogía, geografia e historia universal y particular del Perú, historia natural, música, idiomas francés e italiano, dibujo lineal, natural y de paisaje. En todo el tiempo de su educación, las niñas tendrían además, permanentemente: caligrafía práctica, forma de letra inglesa y gótica, costura, bordado, tejido y demás obras de mano, arte de costura y modista[48].
El oficio que Trinidad alevó a la prefectura se apoyaba en los artículos 24 y 25 de la constitución y en el Decreto Dictatorial de 7 de abril de 1865 y su reglamento de 7 de agosto del mismo año. La sede seria su casa en la calle Huancavelica No 51 (no la hemos registrado). Se amparaba además en su experiencia de profesora del Educandas en el curso de geografía, que desempeño hasta el 1º de agosto de 1869 "por no estar a mis intereses el continuar". Como era comentado, siendo niña aun, ya impartía el curso de geografía, en el plantel que dirigía la carismática Antonina Pérez, educadora que destacó como directora de Educandas desde 1849 y hasta 1876 cuando la sorprendió la muerte, con un mandato de 28 años y más de 30 en el colegio [49]. La Pérez había iniciado su estelar presencia docente en 1841 cuando Educandas estaba en crisis. Sin fondos, el Prefecto decidió otorgar un subsidio para que Antonina se encargara de una escuela de instrucción primaria de niñas en el local del colegio[50]. Un ejemplo de dedicación docente que Trinidad emulaba años después. Sin embargo, ¿tuvo algo que ver este protagonismo de la directora con el seco alejamiento de Trinidad del Colegio decano de las mujeres cusqueñas?
En marzo de 1871 habían rendido examen público las alumnas del colegio. Era el primer año que se tomaba un examen de historia universal "que más antes siempre se ha mirado como innecesaria para las señoras"[51]. El proyecto del colegio, uno de los pilares de su devoción y su ideario, se había echado a andar. Trinidad educadora, mujer forjadora de patria al tenor de la nueva mentalidad burguesa republicana, junto con la universitaria, la periodista (pues editó un periódico en la epoca final de su vidad, del que no hemos podido ubicar nunca un ejemplar), la luchadora social, la difusora cultural, la empresaria cultural y la activa participante de la creación de espacios de socialidad en la ciudad: son muchas facetas, pero fue sólo y sola una mujer, un verdadero relámpago que seguirá brillando. Como escribió una desconocida poeta cusqueña en versos para Trinidad en 1872:
Astro de fe, de esperanza,
Rayo de luz esplendente
Que proyectaste en mi frente
Tu reflejo matinal[52]
Bien se puede resumir su práctica femenina ejemplificadora.
[1]Ver por ejemplo, entre otras contribuciones argentinas, de Francine Masiello: "Angeles en el hogar argentino. El debate femenino sobre la vida domética, la educación y la literatura en el siglo XIX". En Anuario del IEHS, IV (1989) 265-29.
[2] Ver el estupendo trabajo de Francesca Denegri, El abanico y la cigarrera. La primera generación de mujeres ilustradas en el Perú. Instituto de Estudios Peruanos, Lima 1996, 215 pp.
[3]Los intereses del país. Periódico Político, Administrativo, Literario e Industrial. Nº 7 del 4/IX/1848.
[4]El Demócrata Americano. Nº 170 del 26/V/1848.
[5]Registro Oficial del Departamento. T. XX Nº46 del 9/XII/1868.
[6]El Ferrocarril. T. VII Nº 270 del 17/I/1876. Entre otros comentarios señalaban que había miseria y hambre en el Cusco. El periódico La Epoca dejó de publicarse por la pobreza general que se registraba en 1877. Sobre los mecanismos usurarios ver Luis Miguel Glave, "Agricultura y capitalismo en la sierra sur del Perú (fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX)", en J.P. Deler / Y. Saint-Geours (comps.), Estados y naciones en los Andes, IFEA-IEP, Lima, 1986.
[7]Registro Oficial del Departamento. T.XXIX Nº36 del 26/X/1878. Boletín del Orden Nº 1 12/XI/1878. La Epoca T.II Nº1 del 9/VI/1877 y otras publicaciones del momento.
[8]La Unión. Periódico Político, Religioso y Literario, Nº 183 del 28/X/1890.
[9]Jorge Basadre, Historia de la República del Perú, Editorial Universitaria, Lima 1969, Vol VII, p. 125. Solo equivoca la fecha de nacimiento, como todos los que escribieron antes de los aportes documentales de Horacio Villanueva.
[10]Alberto Varillas Montenegro, La literatura peruana del siglo XIX, Pontificia Universidad Católica, Lima 1992, 349 pp., p. 236.
[11]Francesca Denegri,op. cit., vid. pp. 125 y 128.
[12]Maritza Villavicencio, Del silencio a la palabra. Mujeres peruanas en los siglos XIX y XX. Flora Tristán, Lima 1992, 218 pp, p.54. Refiere que rechazó el título de abogada como gracia personal, pidiendo que fuera ley para todas; referencia tomada de un anónimo artículo de la Revista Universitaria de Cusco. También insiste en un suelto generalizado acerca de la relación magistral entre Trinidad y Clorinda Matto (p.114), posible cuando la primera fue maestra adolescente en Educandas.
[13]Efraín Kristal, Una visión urbana de los Andes. génesis y desarrollo del indigenismo en el Perú 1848-1930. Instituto de Apoyo Agrario, Lima 1991, 224 pp, p. 92.
[14]Horacio Villanueva, "Trinidad Enriquez, su ascendencia incaica", en: El Artesano, No 75, Cusco 1987, pp. 7-9. (Publicado antes en la Revista del Museo Histórico Regional, 3-4-5, 1970, p.15). Completan y corroboran los datos, las páginas de los "Cuadernos de Manuel Sixto Laza, 1858-60", Archivo Departamental del Cusco (en adelante ADC), Documentos de la dirección No 13. Que deben ser los mismos que consigna el hijo de Cecilia en una publicación citada por Tamayo Herrera, Manuel Sixto Lasa (sic) Exposición que Manuel Sixto Lasa hace en representación de su señora madre doña Cecilia Ladrón de Guevara al Soberano Congreso de 1860. Impreso por José E. del Campo. Lima, 17 de abril de 1861, pp. 95.
[15]Hermana de María Gertrudis de Avendaño Betancur y Tupac Amaru, casada con José Vicente García, los litigantes con José Gabriel Condorcanqui.
[16]Una referencia que nos ayudará mas adelante es que Juan Pascual Laza prestó a la Tesorería del Cusco 1,500 pesos que le fueron pagados con fondos de la Casa de Moneda en agosto de 1835. Horacio Villanueva, La Casa de Monedad del Cuzco. Universidad Nacional San Antonio Abad. Cuzco 1994. 281 pp., p.64.
[17]No dice el nombre del padre en la partida, Villanueva supone que era hija de Laza, pero no queda claro en el texto de Laza en ADC, luego veremos era hija de Marcelino y hermana entera de Trinidad.
[18]Revista Universitaria, segunda época, segundo semestre 1929, Año XIII, vol II., pp. 349-360. Seminario de Investigación Histórica, "Trinidad Enríquez". Sin firma. Como vimos, es fuente de las numerosas y recurrentes referencias a la vida de Trinidad.
[19]En otro de sus aportes documentales, H. Villanueva es quien presenta la fecha verdadera del nacimiento (5.VI.1846). Horacio Villanueva, "Nacimiento y muerte de Trinidad Enríquez", El Comercio, Cusco, viernes 27.II.1970.
[20]Elvira García y García, La mujer peruana a través de la historia, Lima 1924. Tomo II, p.498. Antes, en La Escuela Contamporánea, Organo de la Asociación Pro educación, que dirigía Gonzalo Bravo Mejía, Año III, Vol 3, Cusco setiembre de 1918, No 9: Elvira García y García escribió una nota "La mujer peruana en la Universidad", pp. 181-84.La primera mujer valerosa dice, fue Trinidad María Enriquez. "Esta mujer excepcionalmente talentosa y dotada de una energía extraordinaria, se sobrepuso a su época, y una vez terminados sus estudios en la facultad de Letras, ingresó a la Facultad de Jurisprudencia, a donde ocupó siempre el primer lugar, en relación con sus triunfos consecutivos".
[21]Colegio Nacional de Educandas del Cusco, Dirección Elvira García y García, Un año de labor, Cusco 1916, 189 pp.
[22]Ramón Gutiérrez, Paulo de Azevedo, Graciela Viñuales et. al., La casa cusqueña. Departamento de historia de la arquitectura, Universidad Nacional del Nordeste, Argentina 1981, 198 pp. Mencionan la propiedad de Coca como "Casa de los Castilla", pero una escritura dice "conocida como la de Portugal". La propiedad está databa en 1770 por María de Castilla y Tomasa de Castilla. En 1811 la arrienda Petrona de Herrera y Castilla, casada con Santiago Portugal. En 1814, figuran arrendándola Petrona y Patricia Herrera y Castilla casada con Mariano Ladrón de Guevara, los abuelos de Trinidad. Sobre la casa de Estrella Mesón no tenemos referencias antiguas, pero la propiedad provenía del mismo tronco familiar y fue la que habitaron Cecilia y sus hijas por mucho tiempo.
[23]José Teodosio Rozas fue un filósofo muy influyente en la intelectualidad local, adherido a la filosofía de Krause y vinculado con la masonería. Fue profesor sin duda de Trinidad. Sobre Rozas ver Tamayo, Historia general... p.724.
[24]Horacio Villanueva, La Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco. Cusco 1963, 186 pp.
[25]ADC, Archivo de la Universidad de Cusco, Libro 2, 1863-1900.
[26]Como vimos, A. Varillas dice que muere antes que se promulgue, otros recogen el suelto de que anteriormente rechazó la gracia individual del título. La biografía reciente es la de Elver Pizarro Pillco, "Una cusqueña de talla universal. María Josefa Trinidad Enríquez Ladrón de Guevara y Túpac Amaru". En El Comercio, Cusco viernes 7 de junio de 1996, edición del centenario. Se basa en un inédito de Eloy Chambi Sotomayor, que no he podido consultar.
[27]El Rodadero No 4, 2.VII.1877. El nombre del diario avocaba el lugar de recreo que se ubica en los entornos de Sacsahuaman, mirando la ciudad, lugar de comentarios.
[28]"Valioso documento histórico". Publicado por J.G.G. en Revista del Instituto Americano de Arte, 9 (1959) 263-264.
[29]El Popular No 13, 16.X.1877. Respecto a El Obrero, se trataba del órgano de la Sociedad Tipográfica de Auxilios Mutuos que dirigía Manuel Heraud, también columnista del periódico, que se difundía en una epoca de auge de las asociaciones mutualistas artesanales, ver Basadre, Historia... VII, 69.
[30]El Semanario del Pacífico, Album de las familias, dirigido por la Baronesa de Wilson, No 71, 19 de octubre de 1878.
[31]J. Wilbert Salas Rodríguez, "Dos maestros cuzqueños". En Revista Universitaria 106, Cusco 1954, pp. 26-32.
[32]Thomas Krüggeler, Unreliable Drunkards or Honorable Citizens? Artisans in Search of Their Place in the Cusco Society (1825-1930). PhD Diss. University of Illinois at Urbana Champaign.
[33]Caretas Nº 1149, 4 de marzo de 1991. Edmundo de Los Ríos: "Relámpago incesante".
[34]Ramón Gutiérrez, Paulo de Azevedo, Graciela Viñuales et. al., La casa cusqueña. Departamento de historia de la arquitrectura, Universidad Nacional del Nordeste, Formosa, Argentina 1981, 198 pp., p. 70.
[35]Biblioteca Municipal de Cusco, Archivo Histórico, Legajo 3 Años 1870-77.
[36]El Rodadero 10.VII.1877.
[37]El Faro No 6, 21.VIII.1877.
[38]José Tamayo Herrera, Historia social del Cusco Republicano. Lima 1978, 335 pp, p. 65.
[39]El Ferrocarril, Año III, Nº 123, Cusco 25 de agosto de 1872. Redactores y editores del periódico J.Emilio Luna y Abel Luna.
[40]Antes de su romántico fin, ahogado en el lago Titicaca siendo prefecto de Puno en 1869, Aréstegui tuvo un notable protagonismo político en la capital de los incas como vimos anteriormente. Ver al respecto La Situación. Periódico Político, Moral y Literario, Año I, Nº 2, 1.IV.1867. Narciso Aréstegui, Prefecto y Comandante General del Departamento, Coronel de Infantería del Ejército, decreta que no se pague la contribución personal y de aguardientes impuesta por la dictadura. Mientras tanto los prelados de las órdenes religiosas cusqueñas, se pronuncian contra la ley de dasamortización, que afectaría favorablemente los intereses de los propietarios de latifundios comprometidos con censos, como Yanahuara.
[41]Villanueva, La Universidad.... op. cit.
[42]El Ferrocarril, Año I, No 1, Cusco, marzo 11 de 1870. Sabemos que en la misma época (1871) apareció un diario del mismo nombre en Huamanga, con una imprenta propia denominada de la misma manera, vid. Salomón Carrasco Apaico, Ayacucho dos siglos de periodismo, Lima 1988, 156 pp., p. 19.
[43]Cristina Iglesia (compiladora), El ajuar de la patria. Ensayos críticos sobre Juana Manuela Gorriti. Feminaria Editora, Buenos Aires 1993, 94 pp.
[44]Todo en El Ferrocarril, No 13 10.VI.1870.
[45]La campaña por la educación de la mujer se mantuvo constante en las páginas del diario. En 1871, reproducía además artículos de otros periódicos como uno de El Artesano. La mujer necesitaba ser educada por el futuro de la humanidad. Además, el artículo "La instrucción y la mujer" acaba sustentando también el trabajo para la mujer. El Ferrocarril No 54, 24.VI.1871. En El Faro No 6, 21.VII.1877 la prensa regional apaludió la beca que se ofrecía desde Lima a una niña del departamento para que se forme en la Escuela Normal de Niñas que se creó por decreto de 28.VI.1876; "nadie da lo que no tiene", las madres que educan a los hijos deben ser educadas a su vez.
[46]De Los Ríos, "Relámpago...
[47]El Mensajero, Año I, No 1, Huamanga, 8 de enero de 1863.
[48]El Ferrocarril, No 15, 25.VI.1870.
[49]Emperatriz Núñez, "Compilaciones y copilaciones". En: Labor, Organo de la Asociación Provincial de Maestros Primarios del Cuzco, No 1, julio 1944, pp.9-12.
[50]La Libertad Restaurada, No 48, 9.X.1841.
[51]El Ferrocarril No 55, 1.IV.1871.
[52]El Ferrocarril No 134, 16.XI.72.