Eva Valero Juan
Universidad de Alicante, España
Desde su publicación en 1838, las célebres
Peregrinaciones de una paria de Flora
Tristán no han gozado de la necesaria
difusión en España. Hoy tenemos el
privilegio de poder acceder al texto en una
nueva edición que viene a salvar ese escollo
editorial. Y ello hay que agradecérselo a su
editora, la profesora de la Universidad de
Salamanca Mª José Bruña, y a la editorial
que respaldó el proyecto. Con preámbulo de
Francesca Denegri, la obra ha sido publicada
por la Editorial Independiente RELEE (Red
Libre Ediciones), sello editorial dirigido
por Isabel Cañelles, Mariano Baratech y el
escritor Eloy Tizón, que en su descripción
reza: “se mueven por círculos donde el
contacto lector/escritor crea una comunidad
que va más allá del mero mercantilismo,
apoyada por mecenas, socios y voluntarios
que hacen posible el proyecto”. Tal sesgo de
esta editorial resulta idóneo para la
publicación de un texto de la envergadura
social de Peregrinaciones de una paria.
En el estudio preliminar, María José Bruña
recoge las diferentes ediciones de la obra
para darnos el detalle de su fijación del
texto, fundamentalmente realizada a partir
de la edición de la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos y el Centro de la Mujer
Peruana Flora Tristán (2005), con
presentación de Virginia Vargas, prólogo de
Vargas Llosa y estudio introductorio de
Francesca Denegri; edición conmemorativa de
los doscientos años del nacimiento de Flora
Tristán, y que parte de la traducción del
francés al español realizada por Emilia
Romero en 1946. La justificación para esta
nueva edición en 2019 la ofrece con claridad
Bruña en “Preliminares. Esta edición”, donde
patentiza la inaccesibilidad a
Peregrinaciones en España (dos ediciones
de 1986 y 2003 de “difícil hallazgo”).
Sobre Flora Tristán, y antes de entrar en la
edición, recordemos algunos datos esenciales.
Nacida en Francia en 1803 y sobrina del
último virrey del Perú –Pío Tristán y
Moscoso–, Flora Tristán ha pasado a la
historia como una de las primeras utopistas
decimonónicas, la gran inconforme,
precursora del feminismo y de las
reivindicaciones obreras a través de la
cuales, como ha subrayado Vargas Llosa, se
adelantó, con su obra La unión obrera
de 1843, a la idea que Marx lanzaría seis
años después, en 1848, en su Manifiesto
comunista: la gran unión internacional
de los trabajadores para lograr la justicia
y la igualdad. De hecho, Marx y Engels
reconocieron esta acción precursora de
Tristán en la obra La sagrada familia
(1844): “en la proposición de Flora Tristán
es donde por primera vez encontramos esta
afirmación (la necesidad de la organización
de los trabajadores): ella pidió lo mismo y
su insolencia al haberse atrevido a
adelantarse a la ‘crítica crítica’ es lo que
le significó ser tratada de ‘canaille’”. La
cuestión es que fruto de su viaje al Perú
entre 1833 y 1834, la francoperuana escribió
la obra que más fama le ha dado,
Peregrinaciones de una paria (1838), en
la que, entre otros muchos temas, trazó el
retrato más vivo de la incipiente historia
de la república peruana independiente. A su
vez, tras el regreso a Francia en 1834 y la
publicación de su obra, Flora Tristán sería
repudiada por la sociedad peruana, que
condenó a la quema pública –en la Plaza de
Armas de Arequipa– sus Peregrinaciones
por atentar contra la alta sociedad limeña
en la severa crítica que allí proyectó. En
el proemio, titulado “A los peruanos”, Flora
Tristán se permitió dirigirse a sus “medio
compatriotas” para realizar un cuadro
desolador sobre la organización social del
Perú independiente, fundamentalmente sobre
la pervivencia de las lacras de la Colonia,
sus instituciones, su sociedad feudal y
violenta, con el fin de poner el foco sobre
sus defectos más sobresalientes: la
desigualdad endémica, la corrupción de las
costumbres, la falta de educación y el
agravamiento de todos estos problemas tras
la Independencia:
Al ver que andáis errados y que no
pensáis, ante todo, en armonizar
vuestras costumbres con la organización
política que habéis adoptado, he tenido
el valor de decirlo, con riesgo de
ofender vuestro orgullo nacional […] He
dicho, después de haberlo comprobado,
que en el Perú la clase alta está
profundamente corrompida y que su
egoísmo la lleva, para satisfacer su
afán de lucro, su amor al poder y sus
otras pasiones, a las tentativas más
antisociales […]. Cuando la totalidad de
los individuos sepa leer y escribir,
cuando los periódicos penetren hasta la
choza del indio, entonces, […]
adquiriréis las virtudes que os faltan
[…] Instruid, pues, al pueblo; es por
allí por donde debéis empezar para
entrar a la vía de la prosperidad.
Estableced escuelas hasta en las aldeas
más humildes: esto es lo urgente en la
actualidad. (Tristán, 2000: 15-16)
Reivindicaciones en las que, por supuesto,
incidió en la necesidad de educación de
ambos sexos, como lo haría medio siglo
después Clorinda Matto de Turner. Pero tras
su muerte, su obra y en general su figura
fue olvidada hasta bien entrado el siglo XX.
Justo cien años después de su muerte, en
1944, Maga Portal le dedicaría una obra cuyo
título es ya un reconocimiento a su
actividad fundadora: Flora Tristán, la
precursora, en el que inicia un rescate
de su obra, acción y pensamiento que se ha
intensificado notablemente en las últimas
dos décadas. Recordemos también que desde el
ámbito literario fue Vargas Llosa quien,
llevado por su interés por esta intelectual
que vivió durante unos años en la ciudad
natal del novelista (Arequipa), vivificó la
biografía de Flora Tristán en su novela
El paraíso en la otra esquina (2003), en
la que recorre imaginariamente la breve
trayectoria vital de la escritora, con el
contrapunto de otro recorrido con el que se
entrelaza: el de la bohemia y aventurera
biografía de su nieto Paul Gauguin.
En esta línea de rescate se encuentran las
ediciones de Peregrinaciones de una paria,
entre ellas, la que felizmente se publicó en
España en 2019 y que me ocupa en estas
páginas. En su Preámbulo, Francesca Denegri
aporta algunas claves fundamentales de la
autora y su obra: señala la proeza realizada
por Flora Tristán con su “apuesta porfiada y
sistemática por convertir la vivencia en
huella impresa, fertilizar la calle siempre
con la pluma, y transformar así lo personal
en lo público más de un siglo antes de que
el feminismo de los setenta enarbolara su
mantra de que lo personal es político”. Para
ello, efectivamente, “nunca dejó de plasmar
la experiencia en denuncia y reflexión
programática además de relato”. Con todo
ello, su memoria “es la memoria de una
letraherida para quien la literatura en
todas sus formas era el espacio privilegiado
del activismo”, concluye Denegri con su
habitual belleza verbal.
Siguen al Preámbulo los Preliminares de la
editora, Mª José Bruña, que desde el
comienzo de sus páginas sella con palabras
rotundas la relevancia de la obra en la
historia de la literatura universal y
también en la de la sociedad en su conjunto:
un “clásico y precursor de las posteriores
búsquedas del feminismo marxista, del
sufragismo, del feminismo radical, pero
también de los estudios de género,
postcoloniales y del subalterno” (11). Tal
dimensión es abordada en el estudio de Bruña
con una estructura que parte de la idea
sintetizadora de Tristán como “el feminismo
encarnado”; estudio que no deja en el
tintero la importancia de otras obras de
Tristán como Paseos por Londres
(1842), y La unión obrera (1843) y se
centra por último en Peregrinaciones de
una paria (1838) como “texto fundacional”.
Para el abordaje de la obra editada, Bruña
propone tres subcapítulos organizados desde
el punto de vista iluminador de los
diferentes géneros que se dan cita en la
obra, “Autobiografía / Autoficción / Diario
/ Confesión”, “Ensayo / Miscelánea / Tratado
de costumbres” y “Relato o crónica de viajes
/ novela de aprendizaje”. Tal índice es
muestra de la clarividencia de su autora
para desbrozar el ramaje de este texto
poliédrico, ofrecer al lector sus claves
genéricas y visualizar esta obra como
precursora también en el ensamblaje y la
fusión de registros: “una escritura mixta,
híbrida, transgresora e interdisciplinar que
combina el ensayo con la fábula, el rigor de
la observación realista con la imaginación
íntima o las reflexiones teóricas” (13).
Traspasado por un tono reivindicativo sobre
Flora Tristán como “sinónimo inmediato de
Derechos Humanos, protofeminismo, marxismo”,
“militante sindicalista, propagandista de
sus ideas, activista”, etc., el texto de
Bruña tiene la perspicacia de imaginar quién
sería Flora Tristán de haber nacido a
finales del siglo XX, para presentarla a sus
potenciales nuevos lectores de hoy como una
posible coetánea, cercana en vivencias e
ideas de total actualidad. Con todo ello, la
sitúa en el lugar que le corresponde, como
pieza clave en la estirpe histórica de las
“sedientas de conocimiento y libertad”, en
tiempos en los que ambos conceptos estaban
negados a la mujer. Asimismo, la profesora
Bruña no escatima en la construcción de la
mencionada visión actualizadora de Flora
Tristán, y la presenta como lo que fue, una
víctima de la violencia de género, que
convirtió esa experiencia en la semilla para
“reflexionar con una madura lucidez sobre la
desigualdad de clase, de género y de raza (indios,
esclavos negros y mestizos están en el
centro de su mirada)” (19), identificando a
todos ellos como los desheredados de la
sociedad, y poniendo en el centro de la
ecuación a las mujeres y los proletarios.
Por las páginas del estudio preliminar vemos
perfilarse así a la defensora de la libertad
y la igualdad y del socialismo utópico, y a
la pionera en el lazo entre feminismo y
socialismo. Y todo ello producido desde esa
identidad “liminar o fronteriza” (dos
continentes, dos países en sus orígenes),
que “le permite transitar de forma
extraordinaria espacios, comunidades,
registros, códigos, géneros e identidades y
vuelve su mirada más afilada, su verbo
infalible”, escribe Bruña.
Otro mérito del estudio de Bruña tiene que
ver con el andamiaje filosófico. Aderezado
de citas iniciales anticipatorias del
contenido de cada capítulo, el estudio que
acompaña a esta edición pone la obra de
Tristán en relación con los grandes
pensadores del progreso y la modernidad,
como Hegel, Walter Benjamin, Hanna Arendt, o
el Chaplin de Tiempos modernos, entre
otros, enriqueciendo con ello la
contextualización de Peregrinaciones
y sus lazos con los grandes textos con los
que se vincula en ideas y reivindicaciones
históricas. Con todo ello, el lector se verá
seducido para la lectura de la obra por el
estudio de Bruña, que, además, contiene otro
ingrediente cardinal: destila pasión por la
autora, realzada por las palabras que
intensifican su magnífico atractivo:
“temeraria, idealista, romántica,
autodidacta, independiente…”.
Por último, en este capítulo de la editora
dedicado en tres partes a Peregrinaciones
de una paria surge la filóloga,
especialista en literatura hispanoamericana,
que pone todo su saber a funcionar para
esclarecer los mecanismos literarios
empleados por Tristán con el fin de
reconstruir la memoria personal: la fusión
de realidad e imaginación transformadora
para “ensanchar el mundo, imaginar y
respirar” (29); las formas con que la autora
se muestra y se oculta; los modos de empleo
de la parodia; la máscara y la ironía; y los
mecanismos de lo no dicho en la escritura en
ese proceso de autoficción que se convertirá
en “prefiguración de una identidad colectiva,
social, histórica poscolonial, aun
resbaladiza y conscientemente inestable y
cambiante como noción, pero que apunta a la
igualdad de todos los sujetos en la
diferencia”, concluye con gran acierto Mª
José Bruña. Surge así, también, la
especialista en estudios de género que pone
el punto de mira en la actualidad, atrayendo
así al lector hacia la reflexión sobre la
longevidad de una serie de ideas que hoy en
día siguen estando necesitadas de
reivindicación. Bruña enfila esa reflexión
poniendo ante al lector a una autora que
hace dos siglos fue “libre, asistemática,
flexible y proteica” (33), cualidades que
hacen de Peregrinaciones una obra que
trasciende el “Diario /confesión” para
proponernos algo nuevo, misceláneo y por
todo ello profundamente sugestivo para el
lector actual.
Por último, la editora despide sus páginas
explicitando su objetivo final, cifrado en
el potencial del texto para resignificarse
en la lectura del alumnado y los futuros
lectores, y por tanto para expandirse en
este presente nuestro que precisa rescatar
referentes, no para momificarlos sino todo
lo contrario: para beber de ellos y aprender
que casi todo lo que consideramos actual
tiene habitualmente larga andadura. Una obra
y figura como la de Flora Tristán evidencia
la lentitud con la que avanzamos e, incluso,
pone al descubierto lamentables retrocesos
en materia social y de igualdad. Por eso
celebro esta reedición en España, así como
su envoltura en el estudio de Mª José Bruña,
que invita con inteligencia, rigor y una
buena dosis de entusiasmo, a adentrarse en
estas “peregrinaciones” que hacen gala de la
palabra -pues contienen la revelación que
corresponde al peregrino-. Y que lo son de
una “paria” que, con esta afirmación de
exclusión desde el título de la obra,
encontró el lugar de enunciación idóneo
desde el que producir uno de los testimonios
más relevantes de la denuncia sobre la
desigualdad entre las personas, y de los
derechos sociales de la mujer.